Me desperté, y ya no estaba
tu corazón junto al mio.


Fue noche de vino y besos,
empezamos como amigos
y acabamos como amantes,
amantes desconocidos.


Un hombre y una mujer
cautivos de un espejismo.
Cansado de amarnos tanto
¿ eso es amar? nos dormimos.


Soñé que ya para siempre
te quedarías conmigo,
cuerpo y alma en una sola
promesa de amor fundidos.


Me desperté, y ya no estaba
tu corazón junto al mio,
ni mi cuerpo en tu recuerdo,
ni mi nombre en tu destino.


En esta ocasión les quiero compartir, estimados lectores, un poema que me hizo recordar mis tiempos de juventud, cuando le escribía cartas de amor o románticas para mi pareja. Me llamo la atención dicho poema porque me puso a pensar que yo también me sentí ridículo escribiendo dichas cartas, pensando en que soy un hombre y no es correcto.
Ahora sé que no soy el único y que hay muchas más personas en el mundo que tienen el mismo sentimiento, sentirse ridículas escribiendo cartas de amor...hombres y quizás mujeres tambien.



Todas las cartas de amor son ridículas 
Fernando Pessoa - Álvaro de Campos

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.



También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.



Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.



Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son ridículas.



Quién me diera en el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.



La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.



Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas.


A modo de cierre de la presente entrada los invito a compartir sus opiniones en la caja de comentarios.