¿Sabes que es el amor? 
Yo si...
el amor es una palabra 
de cuatro letras, dos vocales, 
dos consonantes y dos tontos.


Palabra de incontables aventuras y leyendas 
que han sido tejidas 
a través del tiempo y el espacio,
a traves de las personas.


Y como el mejor de los aventureros, 
yo también deseo forjar una historia,
una historia de amor
entre tu y yo.


Para que mirar la luna 
si no la puedo tocar. 
Para  que mirar tus labios 
si no los puedo besar.
Pero robarte un beso,
nadie me lo impedirá.



Esta carta que te escribo 
no la tires en un rincón 
porque la tinta es mi sangre 
y el papel mi corazón.



Doy gracias a Dios por haberte conocido,
por los momentos que compartimos,
te doy gracias a ti por brindarme tu amistad,
y temo decirte que para mi no es suficiente,
porque he llegado a necesitarte,
porque he llegado a amarte.



Es tanto lo que te quiero 
y el amor que puesto en ti, 
que el día que no te veo, 
no sale el sol para mi.



No busques en la biblioteca, 
un libro que hable de amor, 
pues el amor no es una ciencia 
pues el amor nace en el corazón.



Llegaste a mi vida 
y abriste mi corazón, 
me llenaste de alegría 
y por ti perdí la razón.



Mi pasado fue triste, 
mi futuro no lo se.
Mi presente es que te quiero 
y nunca te olvidare.


En la arena escribí tu nombre, 
el agua me lo borro, 
lo escribí en mi corazón 
y nunca se me olvido.


Una cosa haré contigo 
que tu conmigo no harás: 
quererte toda la vida 
y no olvidarte jamas.


Con amor se hizo el mundo, 
con amor te quiero yo, 
con amor te quieren muchos 
pero nadie como yo.


En la mañana supe tu nombre, 
en la tarde lo recordé, 
por la noche te nombre en sueños, 
y ahora ya nunca lo olvidaré.


Tú eres primavera,
yo invierno,
tú eres luz,
yo oscuridad,
tu eres mi recuerdo,
yo soy tu olvido,
porque tú eres mi anhelo,
a quien yo necesito.





El poeta Manuel Acuña (1849-1873) se suicidó a los 24 años por causa de este fatal amor con una mujer casada. Su dolor quedó plasmado en el siguiente poema:

Pues bien, yo necesito
decirte que te adoro,
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto,
y al grito que te imploro
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.
De noche cuando pongo
mis sienes en la almohada,
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.
Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos;
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.
A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y huir de esta pasión;
mas si es en vano todo
y mi alma no te olvida,
¡qué quieres tú que yo haga
pedazo de mi vida;
qué quieres tú que yo haga
con este corazón!
Y luego que ya estaba?
concluido el santuario,
la lámpara encendida
tu velo en el altar,
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos
la puerta del hogar...
Yo quiero que tú sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías;
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.
¡Que hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo.
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos, un alma sola,
los dos, un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Díos!
¡Figúrate qué hermosas
las horas de la vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida,
y al delirar en eso
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por ti, no más por ti.
Bien sabe Díos que ése era
mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Díos que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
en el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!
Esa era mi esperanza...
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡adiós por la última vez,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores,
mi mira de poeta,
mi juventud, adiós!

El presente poema fue tomado de: http://www.rjgeib.com/literature/mexico/rosario.html